
In apologie du plagiat to A. Bryce Echenique
(…) «lo imité, hasta la transcripción, hasta el apasionado y devoto plagio.»
J.L. Borges, «Macedonio Fernández 1874-1952», en Sur, Num. 209-210.
(…) «La marcha era suave, empezaba a anochecer y toda la ciudad estaba iluminada. Se puso los walkman. Sonaba Crime and the City Solution. En el techo de algunos edificios, los reflectores barrían el cielo con un haz azul. Tenía la grabación que le había dado Renzi. Era el último relato conocido de la máquina.»
Ricardo Piglia, op.cit., pp. 29-30
Macedonio Fernández es uno de los más grandes escritores rioplatenses, perteneciente a la vanguardia artística-literaria que surge en Europa en el periodo de entreguerras. La novela del museo de la Eterna (2), su obra más importante, pone en marcha su poética literaria que consistía en postergar lo que quería contar; esta novela, constituida de prólogos a un texto que se posterga (y que «se escribe», al mismo tiempo), es la matriz de la producción de relatos que circulan conspirativamente en La ciudad ausente. La producción de relatos de la máquina macedoniana estructura la trama laberíntica de la novela; en ella se mimetizan las historias contadas, recurriendo al género policial; a la existencia del complot (3) para desactivar la máquina. No se trata, pues, de un crimen privado sino de los múltiples enemigos -ligados de diversas formas al poder del Estado-, que persiguen ese fin. Así, todos los personajes que aparecen -empezando por Junior, el periodista de El Mundo que investiga sobre la máquina, Julia, Ana, Russo y a otros, a quienes encuentra en su búsqueda-, como en la novela negra, se hallan atrapados en la red libidinal de los relatos; viven, también, la violencia poliforme que recorre la historia de un país como Argentina.
La narrativa de R. Piglia en La ciudad ausente se asume en el borde del mundo, en la frontera del lenguaje; en esos puntos ciegos de la experiencia de lo que casi no se puede transmitir: ¿Cómo un escritor puede contar la locura, la ausencia, la muerte? ¿qué puede hacer

1.- El museo de la Eterna y los nudos blancos de la memoria

Muerta Elena Obieta, la mujer de Macedonio Fernández, todo lo que hizo éste -la invención de la máquina ante todo- estuvo destinado a hacerla presente: «Ella era la Eterna, el río del relato, la voz interminable que mantenía vivo el recuerdo. Nunca aceptó que la había perdido. En eso fue como Dante y como Dante construyó un mundo para vivir con ella. La máquina fue ese mundo y fue su obra maestra.» (Piglia, op.cit., p. 46). La máquina macedoniana, como «El Aleph» de Borges se propone eternizar el recuerdo de una mujer, (Beatriz Viterbo en el famoso relato borgiano; la referencia dantiana es evidente) , y anular así la presencia de la muerte; es un «aparato» que a través - y esta es la versión literaria, ficcional, de R. Piglia sobre la poética de Macedonio Fernández - de la transformación de las historias busca eliminar la muerte; esto en un flujo narrativo infinito, en un río eterno de historias (como «Las mil y una noche») contra el olvido, para recuperar la memoria de lo que se creía perdido; de poder restituirlo en las formas fragiles de los relatos, como esas historias que contaban en el el campo los viejos en la noche.
«El duelo de Macedonio por la muerte de Elena, fuerza motriz generadora de relatos, instala aquí la figura del origen como pérdida.» (7). La máquina literaria se convierte en un desafio al futuro en la batalla de imaginarios; es por eso que existe un complot para desactivarla, lo cual es imposible. Es la teoría del complot, de la conspiración, la que se halla en el entrecruzamiento de la política y la literatura en Piglia. Se conspira para que la muerte, el olvido, no triunfe; de ahí que esta «otra conspiración», para que la vida siga siendo posible, constituye la trama, metaforizada, en las historias de La ciudad ausente.
El «tema» de la ciudad ausente se halla en el cruce de todos los relatos que circulan; narran o nos dicen siempre algo de la ciudad destruida, en ruinas, atravesando un periodo de duelo. Dramatizan la ausencia, la desaparición y la muerte y, también, la despersonalización que se vive en la época posdictatorial; toda la locura de los seres que han perdido sus nombres. Dicha pérdida conlleva el encierro; la experiencia paranoica de la Clínica, vivida como prisión - Prisión perpetua, es otro de los títulos de Piglia-,como ciudad internalizada, opresiva, poblada de personajes delirantes, Elena y el Tano (éste que decía ser del R.P.R., cuando el R.P.R. ya no existía mas), que ven lo que quieren ver, y que se hallan en fuga para intentar llegar a la isla de Finnegans. Se trata de los nudos blancos de la memoria; de esas zonas de condensación cerebral en que actúa la manipulación psiquiátrica-policial (para dar con el paradero de Mac, ¿Macedonio?). Cito: «Tenía miedo de que los médicos la inyectaran para anestesiarla y la llevaran a operar. Entonces podrían procesar su memoria y desgrabar la información. Mientras ella estuviera en la máquina, podía vencer la materia y resistir.» (Piglia, p. 74)

La proliferación de relatos en La ciudad ausente es parte de la conspiración; la máquina narrativa se halla al servicio del deseo conspirativo. La política en la novela «se juega en el concepto de lo político en cuanto narrativa secreta y paranoica.» (8). Nos encontramos en el laberinto infinito de historias fantasmales; de todas las combinaciones posibles que se cuentan, como si se tratase de una pesadilla.
2.- El relato de los pájaros mecánicos y el doble
Saber como opera la máquina de macedonio es investigar sobre los relatos; el relato del doble -en tanto que fragmento proveniente de otras obras de Piglia- como enigma a descifrar y, también, como expresión de la realidad paranoide que invade toda la ficción pigliana; el relato de la «mujer-máquina», Elena (¿Elena Obieta, la mujer de M.F.?), en la lectura psiquiátrica-policial de la primera parte de la novela. Indiscutiblemente, el modelo de extrañamiento es el cuento de Borges “El Aleph”; se produce el desplazamiento, la distancia que hace posible contar. La machine littéraire nos narra sin fin; ese narrar implica el forzamiento del lenguaje, en el límite (9).
Si en la literatura el concepto de verdad es no pertinente, ya que se impone la permeabilidad entre lo real, determinado por lo posible, y los mundos imaginarios en que se inscribe el poder de lo ficcional; las brechas en el tiempo, los plieges en el espacio (Cortazar). Se crea el levísimo engarce, el cristal, que hace que aparezca la otra realidad (la replica de B.A., como el doble de la locura, construida por un fotógrafo en el barrio de Flores (10). «El contacto y el hábito de Tlön -escribe Borges- han desintegrado este mundo (…)”; como en «Tlon, Uqbar …», la irrupción de lo imaginario en lo real; la existencia de objetos del mundo Tlon, como los hrönis (verdaderos simulacros o dobles de los objetos reales). La conspiración de la «secta» para crear otro universo. El poder demiúrgico de la escritura; el doble, el otro. El doble y la máquina macedoniana de relatos (la vuelta a los textos primigenios y la desaparición de la idea del original).
«Cuando transformó William Wilson en la historia de Stephen Stevensen Macedonio tuvo

3.- La isla de los exiliados, las lenguas y el Finnegan Wake de J. Joyce
Bob Mulligan, personaje indiscutiblemente joyceano -en su condición de bilingüe; como que es el único caso en la historia de la isla de un hombre que una vez supo dos idiomas al mismo tiempo-, encarna la tarea de la imposible traducción. Allí en la isla del Finngan Wake todos los habitantes viven y se expresan en la lengua presente, en la inmanencia de su uso en cada momento, por lo cual toda traducción ha sido abolida. El proyecto del diccionario etimológico «que incorpore las variantes futuras de las palabras conocidas», en el que han trabajado los lingüistas de la isla, se ha convertido en una especie de manual de adivinación, un nuevo Libro de las Mutaciones que -según el informe de Boas- «hace la historia del porvenir del lenguaje» (Piglia, p. 124). Mulligan ha enmudecido para siempre, porque «nadie sabía lo que estaba diciendo»; escribió un relato sobre los irlandeses que emigraron a New York, y otros relatos más, en una lengua desconocida «y después dijo que había dejado de oir» (¿las múltiples voces del F.W?). Idelber Avelar sostiene que «Mulligan representa la posibilidad utópica de traducción que podría revolucionar la vida en la Isla». Pero el traductor ha enmudecido y ha abrazado la escritura; viviendo siempre un poco apartado de los demás, embriagándose despacio en la punta del mostrador del bar, avergonzado por haberse hecho notar alguna vez, «es el traductor que sabe demasiado como para seguir intentado traducir; digamos, un traductor a priori en duelo por una tarea fracasada» (12). La melancolía se halla presente en la Isla del F.W., en este personaje joyceano que después de la muerte de la Belle Blue Boylan, su esposa, que murió ahogada en el río Liffey, «nunca se repuso ni volvió a casarse y vivió solo toda la vida.» (Piglia, p. 125); melancolía que es la de la traducción imposible.
Mulligan es el único habitante de la Isla que tiene consciencia de la Caída, después de la expulsión del Paraíso, en la multiplicidad babeliana (13) de las lenguas, en la pérdida del nombre de las cosas y, por esto en el fracaso de toda empresa de traducción. Este fracaso en la «traducción» de los relatos de Mulligan (de su existencia en la obra literaria), me hace pensar en el rechazo derridiano, en Glas, del «choix existentiel» sartreano (14) y de la traducción en todas sus formas (de la vida dentro de la obra, de la vida dentro de la literatura, de la filosofía, el psicoanálisis, etc.) en la obra de Jean Genet, aunque en la Ciudad ausente, lo repito, es la inmanencia de una sola lengua la que lo condena al silencio; ella impide todo desbordamiento del genio creativo, frena las intenciones privadas, las superposiciones múltiples de la significación debidas a la existencia de diversas lenguas en uso.

Mario Wong
Paris, 17 de diciembre del 2008.
Notas :

(1) Ricardo Piglia, La ciudad ausente, Barcelona, Anagrama, 2003.
(2) Macedonio Fernandez, Museo de la Novela de la Eterna, Madrid, UNESCO, Archivos/ F.C.E. de España; Ed. Crítica Ana Camblog-Adolfo de Obieta (Coods.), 1993.
(3) Nos encontramos en la pura ficción paranoica pigliana; ver Sonia Mattalia, «La ficción paranoica: el enigma en las palabras»; cita de Ricardo Piglia, Seminario de la Univ de Princeton (1997), p. 111.
(4) Ricardo Piglia, «Una propuesta …»; ver Ivan Almeida, «El ensayo o la seducción del concepto»; in: Daniel mesa Gancedo (Coord.), Ricardo Piglia. La escritura y el arte nuevo de la sospecha, Sevilla, Secretaría de Publicaciones de la Univ. de Sevilla, 2006, pp. 266-68.
(5) Ricardo Piglia, Crítica y ficción, Buenos Aires, S. XX/ Universidad Nacional del Litoral, 1990.
(6) Jorge Luis Borges, Ficciones, Madrid, Alianza Editorial (« Biblioteca Borges »), pp. 41-55.
(7) Idelber Avelar, “Máquina apócrifa, alegoría del duelo y poética de la traducción”; In: Adriana Rodríguez Pérsico (Cop.;en colaboración con Jorge Formet), Ricardo Piglia: una poética sin límites, Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, Universidad de Pittsburgh, Serie Antonio Cornejo Polar, 2004, p. 185
(8) I. Avelar, op.cit., pp. 196-197.
(9) R. Piglia: «sólo se puede narrar forzando el límite del lenguaje»; ver Laura Demaría, “La prolijidad de lo real: el lugar del intelectual y de la crítica”; In: A. Rodríguez Pérsico, op.cit., p. 76.
(10) Ver Jorgelina Corbatta, «Diálogo/s Saer/Piglia»; In: Rose Corral (Ed. de), Entre ficción y reflexión. Juan José Saer y Ricardo Piglia, México, El Colegio de México, 2007, pp. 90-91.
(11)«La literatura sería el lugar en el que siempre es otro el que habla.» (R.P., « Tres propuestas… ; Cit. L. Demaría, op ;cit., p. 77).
(12) Idelber Avelar, op.cit., pp. 192-193.
(13) En base a l’hypothèses d’ «alterité», de metainformación o de la no información George Steiner sostiene, en Après Babel, que: (…) «Il n’est pas impossible qu’on ait interpreté à tort le Mythe de Babel. La tour ne coinciderait pas avec la disparition d’un monisme privilégié, d’un état d’universalité linguistique. L’affolante prodigalité des langues existait depuis longtemps et compliquait l’exécution des entreprises humaines; c’est en essayant d’édifier la tour que les nations sont tombées sur le grand secret: la compréhesion véritable n’existe qu’avec le silence. Elles se sont mises à bâtir sans un mot et c’est là qu’était le danger qui menaçait Dieu.» (G. Steiner, Après Babel, París, Albin Michel, 1978, pp. 263-64.
(14) Ver Charles Ramond, «Déconstruction et littérature (Glas, un guide de lecture)» ; in : C. Ramond (Coo.), Derrida: la déconstruction, París, Presses Universitaires de France, 2005, pp. 102-103.
(15) Jorge Fornet, El escritor y la tradición. Ricardo Piglia y la literartura argentina;Buenos Aires, F.C.E., 2007, p. 160.
(16) Las nociones de mundos posibles, realidades contrafácticas, etc., asociables con la realidad virtual, han sido estudiadas -mucho antes del influjo de la informática- por la lingüistica y la filosofía del lenguaje. Vease, por ejemplo, el libro de Saul Kripke, El nombrar y la necesidad; México, UNAM, 1985.» Nota a pie de página N° 24 del libro citado de Jorge Fornet.
(17) Jorge Fornet, op.cit. , p. 206.

(1) Ricardo Piglia, La ciudad ausente, Barcelona, Anagrama, 2003.
(2) Macedonio Fernandez, Museo de la Novela de la Eterna, Madrid, UNESCO, Archivos/ F.C.E. de España; Ed. Crítica Ana Camblog-Adolfo de Obieta (Coods.), 1993.
(3) Nos encontramos en la pura ficción paranoica pigliana; ver Sonia Mattalia, «La ficción paranoica: el enigma en las palabras»; cita de Ricardo Piglia, Seminario de la Univ de Princeton (1997), p. 111.
(4) Ricardo Piglia, «Una propuesta …»; ver Ivan Almeida, «El ensayo o la seducción del concepto»; in: Daniel mesa Gancedo (Coord.), Ricardo Piglia. La escritura y el arte nuevo de la sospecha, Sevilla, Secretaría de Publicaciones de la Univ. de Sevilla, 2006, pp. 266-68.
(5) Ricardo Piglia, Crítica y ficción, Buenos Aires, S. XX/ Universidad Nacional del Litoral, 1990.
(6) Jorge Luis Borges, Ficciones, Madrid, Alianza Editorial (« Biblioteca Borges »), pp. 41-55.
(7) Idelber Avelar, “Máquina apócrifa, alegoría del duelo y poética de la traducción”; In: Adriana Rodríguez Pérsico (Cop.;en colaboración con Jorge Formet), Ricardo Piglia: una poética sin límites, Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, Universidad de Pittsburgh, Serie Antonio Cornejo Polar, 2004, p. 185
(8) I. Avelar, op.cit., pp. 196-197.
(9) R. Piglia: «sólo se puede narrar forzando el límite del lenguaje»; ver Laura Demaría, “La prolijidad de lo real: el lugar del intelectual y de la crítica”; In: A. Rodríguez Pérsico, op.cit., p. 76.
(10) Ver Jorgelina Corbatta, «Diálogo/s Saer/Piglia»; In: Rose Corral (Ed. de), Entre ficción y reflexión. Juan José Saer y Ricardo Piglia, México, El Colegio de México, 2007, pp. 90-91.
(11)«La literatura sería el lugar en el que siempre es otro el que habla.» (R.P., « Tres propuestas… ; Cit. L. Demaría, op ;cit., p. 77).
(12) Idelber Avelar, op.cit., pp. 192-193.
(13) En base a l’hypothèses d’ «alterité», de metainformación o de la no información George Steiner sostiene, en Après Babel, que: (…) «Il n’est pas impossible qu’on ait interpreté à tort le Mythe de Babel. La tour ne coinciderait pas avec la disparition d’un monisme privilégié, d’un état d’universalité linguistique. L’affolante prodigalité des langues existait depuis longtemps et compliquait l’exécution des entreprises humaines; c’est en essayant d’édifier la tour que les nations sont tombées sur le grand secret: la compréhesion véritable n’existe qu’avec le silence. Elles se sont mises à bâtir sans un mot et c’est là qu’était le danger qui menaçait Dieu.» (G. Steiner, Après Babel, París, Albin Michel, 1978, pp. 263-64.
(14) Ver Charles Ramond, «Déconstruction et littérature (Glas, un guide de lecture)» ; in : C. Ramond (Coo.), Derrida: la déconstruction, París, Presses Universitaires de France, 2005, pp. 102-103.
(15) Jorge Fornet, El escritor y la tradición. Ricardo Piglia y la literartura argentina;Buenos Aires, F.C.E., 2007, p. 160.
(16) Las nociones de mundos posibles, realidades contrafácticas, etc., asociables con la realidad virtual, han sido estudiadas -mucho antes del influjo de la informática- por la lingüistica y la filosofía del lenguaje. Vease, por ejemplo, el libro de Saul Kripke, El nombrar y la necesidad; México, UNAM, 1985.» Nota a pie de página N° 24 del libro citado de Jorge Fornet.
(17) Jorge Fornet, op.cit. , p. 206.
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