En Honduras, el Golpe de Estado nos convocó a todos para una lucha de la cual no todos saldremos indemnes. Las primeras manifestaciones de ardor y masivas presencias de nuestra Resistencia en las calles dieron paso a la supresión de todas las libertades por parte de lo que hoy ya es una dictadura consensuada con el Imperio.
Las elecciones generales encontraron al "sucesor" idóneo para blindar el territorio o el paisaje donde la oligarquía hace y deshace actualmente. Nuestra Resistencia sigue en pie, tratando por todos los medios de expandir lo ganado en el terreno simbólico, espacio en el cual nos sabemos moralmente superiores y cada día más lúcidos. Esto nos ha llevado a la conformación de una red de agrupaciones plurales que hacen y arriesgan todo por mantener la llama de la Resistencia.
La creación de un Frente Amplio es sin duda nuestra primer paso para lograr estremecer aún más la anquilosada y siniestra estructura política hondureña y, desde ahí, instaurar la Constituyente que refunde nuestro destrozado país.
Con la llegada de Pepe Lobo a la Presidencia espuria ha llegado también el lado más oscuro de las políticas de seguridad estatal: Oscar Álvarez, el ex-Ministro de Seguridad durante el Gobierno del nacionalista Ricardo Maduro y hoy confirmado nuevamente en el mismo cargo. Su gestión fue la que le declaró la "Cero Tolerancia" a las maras, dando como resultado la práctica criminalizació n de la juventud hondureña que habita en zonas de alto riesgo y la ejecución extrajudicial de cientos de jóvenes, siendo su máxima muestra las matanzas en los penales de El Porvenir, La Ceiba y el incineramiento de 102 mareros de la MS-13 en el Penal de San Pedro Sula.
Se suma a este espanto institucionalizado, el ataque a un bus de la ruta urbana en Chamelecón, San Pedro Sula, donde 23 inocentes fueron acribillados, y como las deducciones han demostrado, esta matanza sirvió para apuntalar la oferta de Mano Dura y Pena de Muerte que Pepe Lobo promovía en las elecciones que perdió, precisamente, ante el mensaje progresista de Manuel Zelaya Rosales.
Con Oscar Álvarez regresó -paulatinamente- el poder de beligerancia de los milicos, mismo que sirvió para relanzarlos de manera protagónica en la actual crisis que vivimos.
Con Oscar Álvarez (graduado como subteniente en la West Point Academy) se hizo común entre el 2002 y el 2006, las escenas dantescas que los diarios insuflaron en la ciudadanía para ablandar la mentalidad con respecto a la violencia y los Derechos Humanos.
Con Oscar Álvarez, la institucionalidad del MP (Ministerio Público) comenzó su militarizació n progresiva y en cambio, comenzó el retroceso de la institucionalidad con respecto a los Derechos Humanos. Viéndolo en retrospectiva, observamos una estrategia puntillosamente planificada durante los últimos diez años para devolverle el poder a los milicos.
La colusión de las Fuerzas Armadas con el crimen organizado ha hecho casi invisible la frontera de la criminalidad común con la criminalidad del Estado, y es ahí donde se presenta la gravedad que ya estamos viviendo de nuevo a partir del Golpe de Estado ocurrido el 28 de junio pasado: diariamente son masacrados jóvenes, en grupos de cinco o de cuatro; decenas de mujeres aparecen maniatadas con un balazo en la cabeza y los escuadrones de la muerte ya son un hecho.
La Resistencia ha sido prácticamente tipificada como delicuencial gracias al "ablandamiento" de las granadas que nos achacaron previo a las elecciones y a los actos que los infiltrados protagonizaban durante las masivas marchas. La declaración de Oscar Álvarez hace unos días sobre sacar a los delincuentes "hasta debajo de las piedras" ha coincidido con un aumento de las muertes declaradas como parte de la guerra del narco.
Varios miembros activos y probados de la Resistencia han caído en esta vorágine.
Descrito lo anterior, han de darse cuenta que este correo es un llamado urgente para redoblar los esfuerzos y la solidaridad combativa, una permanente presencia de sus acciones y voces para no dejarnos solos cuando apenas todo comienza.
Estar en contra de los resultados de estas elecciones farsantes es estar en contra de la consolidación en el poder de esta casta primitiva, criminal y absolutista.
Nuestra Resistencia no cederá lo conquistado, sin embargo, seguimos manteniendo una posición vulnerable ante la fuerza bruta. La comunidad internacional debe conocer el espanto silencioso que se está gestando hoy en día en Honduras, en pro de la "estabilizació n del terreno" que los militares pretenden.
Ustedes pueden salvar a muchos del destierro o la muerte.
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